El 14 de abril de 1931 presenció la proclamación de la República en Barcelona, donde su familia se instaló en 1930. Durante la Guerra Civil, siendo un niño camino de la adolescencia, trabajó y ayudo a la familia con su escasa retribución, en un despacho de aceites y lubrificantes, sin dejar de ir a la escuela municipal que la Generalitat había abierto en Barcelona. Sus hermanos Máximo y Miguel lucharon en el frente, mientras José trabajaba en un taller de vulcanización requisado por la CNT, sindicato al que se afilió y en el que permaneció hasta que su quinta fue movilizada el 24 de enero de 1939, apenas horas antes de que las tropas franquistas entrasen en Barcelona. Tuvo que tomar el camino del exilio junto a miles de mujeres, hombres y niños. José se dedicó a ayudar a los heridos, a las madres que intentaban proteger a sus hijos del fuego de los cazas franquistas, a los ancianos casi sin fuerzas.
A primeros de febrero atravesó la frontera por Prats de Molló. Su primera cárcel fue un campo de fútbol, y luego fue conducido, con cerca de 15.000 republicanos más, al campo de concentración de Saint-Cyprien. Allí encontró a su hermano Miguel, y fueron trasladados al campo de Barcarès. Salió en 1940 y se enroló en una compañía de trabajadores extranjeros hasta que Hitler invadió Francia. Junto a su hermano huyó a pie hasta Port Vendres, pero la policía los detuvo y acabaron en el campo de Argelès-sur-Mer y desde allí, de nuevo a Saint-Cyprien.
En 1941, en uno de los canjes organizados por el Gobierno de Vichy, fueron entregados al Gobierno de Hitler, al campo de Saint-Médard-en-Jalles. Allí estuvieron cerca de 10.000 trabajando como forzados o esclavos para la organización nazi TODT, pero, organizados como resistencia, realizaban sabotajes que ayudaron a los aliados en el desembarco de Normandía
Lugares estratégicos
En los días de la liberación de Francia, con bajas y heridos, nuestros republicanos tomaron el control de la carretera de Bayona a Burdeos. Siempre estuvieron en lugares estratégicos. Combatían el fascismo como si del franquismo se tratara, aunque los aliados no les devolvieron su apoyo para quitar a Franco del poder. Comenzaron a organizarse los grupos para entrar en España. A primeros de agosto, su grupo fue recibido en Toulouse por Juan Modesto, Enrique Líster y Francisco Antón, secretario de Organización del PCE. Cruzaron el Ebro el 23 de diciembre de 1945, de noche, muy cerca de Zaragoza, y alcanzaron la fría sierra de Javalambre en enero de 1946. Conocieron un grupo guerrillero de los Montes Universales, y así se pusieron en contacto con la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA).
A principios de 1947 Chaval era líder de un Batallón del 5º sector de Agrupación Guerrillera de Levante (AGL) integrado por una veintena de guerrilleros comandados por Emilio Cardona López Jalisco en la provincia de Teruel. El grupo se dividirá entonces en dos, comandados respectivamente por Manuel Vallés Vidal Baul y Mariano Montes Pardo Flores . A comienzos de 1948, estaba a cargo de uno de los cuatro batallones que integraban el sector XI, entonces comandado por Florián García Velasco Grande e integrado por una cuarenta guerrilleros.
El 29 de abril de 1950 la guerrilla asesinó al comandante de la Guardia Civil Francisco Calleja Buiguez y al teniente Fernando Balenilla Fajardo. Chaval fue localizado poco después con Emilio Cardona López Jalisco en la finca La Bufanda, en el distrito de Alberique (Valencia), pero logró escapar con su compañero.
Fue Chaval , con Radista y Simón Aparicio Modesto Zapatero , quien, tras el ataque de la Guardia Civil el 27 de abril de 1952 al campamento guerrillero que se encontraba entre Buñols y Cofrentes (Valencia), conduciría a los supervivientes a Francia. Después de una marcha peligrosa y agotadora de un mes, y con la ayuda de otro guía de Francia para ayudarlos a cruzar la frontera, los sobrevivientes cruzaron a Francia en mayo de 1952.
Montorio permaneció en Francia, sin documentación, hasta 1955. El PCE le envió a Praga, donde trabajó de metalúrgico y vivió hasta la muerte de Franco en 1975. Allí conoció a una camarada española, Trinidad Sardina Merino, con quien convivió 42 años, hasta que ella falleció de cáncer de pulmón. Vivieron la invasión de Checoslovaquia, condenada por los comunistas españoles que residían en el país. Consiguió su primer pasaporte español en diciembre de 1977.
Su condición, perdurable hasta ahora, de estar sometidos a la ley franquista de 1947, de bandidaje y terrorismo, hizo que estos republicanos que habían luchado contra el ejército golpista por la legalidad republicana, fueran considerados, y lo siguen siendo, como malhechores y terroristas. La democracia española les debe verdad, justicia y reparación, y esa deuda se está saldando con la ley natural, la de su muerte, sin ver cumplidas sus justas reivindicaciones. Los guerrilleros que aún sobreviven te saludan en tu último viaje: ¡Salud, compañero!