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La aniquilación de la partida del Tripas en el conocido barranco de la Tornera, en el Pedroso (Sevilla), y su conocido asesinato por envenenamiento, tapado como «falsa ejecución», quedaría grabado en la memoria colectiva de esta comarca
«Los mataron como ratas y los enterraron como perros…»
Han pasado 76 años del fin de la partida del Tripas, formada por los guerrilleros sevillanos José Martín Campos, el Tripas (El Castillo de las Guardas), José Jiménez Muñoz (El Pedroso), Carmelo Romero Ortega, el Pinche (Cazalla de la Sierra) y José González Espino, Ganaso (Cazalla de la Sierra). Los cuatro combatientes fueron ejecutados extrajudicialmente por una contrapartida de la Guardia Civil que trazaron bien su complot para acabar con los maquis. Esta vez las autoridades contaron con el apoyo de un desertor, habitual en la época, la del ex guerrillero Francisco Moruno Macías, alias Chocolate, que tendería la trampa final a los combatientes que confiaron en su buena voluntad.
Hay que poner en antecedentes que la desesperación del capitán jefe del Servicio de Persecución de Huidos de la zona, Ramón Jiménez Martínez no le temblaría el pulso para llevar a cabo cualquier maniobra. El fin era exterminar las partidas, incluso el envenenamiento que fraguó desde un pequeño comercio farmacéutico de Cazalla de la Sierra (Sevilla) y el soborno a pastores en una época de hambre y demasiada miseria.
José Antonio Jiménez Cubero, señala a Público que «entre los grupos del Tripas y del Chato de Malcocinado las autoridades lograron identificar a medio centenar de guerrilleros. Unas veces juntos y otras por separado, actuando casi siempre en grupos de pequeñas unidades».